El timón del Tri y todo un estilo en el combinado mexicano cambió de manera radical desde el incidente que este miércoles cumple un año.

Nunca imaginó Miguel Herrera que tras ganar la Copa Oro 2015 en Estados Unidos y el regreso a México el 27 de julio de ese año, pasarían 365 días y ya no dirigiría al Tricolor sino a los Xolos de Tijuana.

Que el equipo nacional pasaría de la motivación y garra como principal sello a los afanes tácticos y casi científicos de su sucesor colombiano.

Tampoco, que su auxiliar Santiago Baños ocuparía un puesto directivo, desde el que eligió como entrenador a Juan Carlos Osorio, que obligó al Sao Paulo a buscar sustituto y quien en unos meses se ganó el beneficio de la duda para, recientemente, generar malestar y cuestionamientos.

El aeropuerto de Filadelfia fue el escenario donde los insultos de la hija del Piojo derivaron en un altercado que terminó con una agresión del entrenador al cronista Cristian Martinoli.

Un día después, el presidente de la FMF, Decio de María, anunciaba el cese de Herrera y a partir de ahí, todo cambió.

La armonía en el vestidor se cimbró por elementos como Giovani y Jonathan dos Santos que defendieron al director técnico, quien fue sustituido por el Tuca Ferretti, principalmente para ganar el boleto a la Copa Confederaciones del 2017.

Fue un golpe que derivó en la llegada de dos entrenadores, justo cuando se avecinaban cambios directivos, y la transformación de un panorama que hasta un día antes del incidente incluía al Piojo en Rusia 2018.

Porque además, Baños llegó a la Dirección Deportiva de Selecciones Nacionales, antes de Héctor González Iñárritu, quien fue movido a la Comisión de Árbitros; mientras que Guillermo Cantú llegó a la secretaría general de la FMF en lugar de Fernando Cerrilla.

Esto último porque Justino Compeán había anunciado que dejaría la presidencia del organismo al final de la Copa Oro, por lo que la era de De María inició con un episodio caliente que dejó solo un cuestionamiento: ¿y si el Piojo no hubiera…?