Es domingo 31 de julio, la gente expectante en las calles de Oaxaca de Juárez espera que caiga la noche y subir al cerro del Fortín a presencia la octava de la representación artística teatral Donají… La Leyenda, historia de amor, magia y heroísmo de “Alma grande”; quien dio su vida para salvar a su pueblo.
La calle de Crespo, las escalinatas que llevan al fortín registraban gran afluencia de personas que presurosas se enfilan a presencia este espectáculo interpretado por 84 jóvenes y señoritas que integran el Ballet Folklórico de Oaxaca.
Son las 8:30 horas, todo está listo en un Auditorio Guelaguetza que luce repleto. Se escuchan los cascabeles y tambores. El sonido del caracol anuncia un acontecimiento importante, ha nacido la hija del rey Cosijoeza y la princesa Coyocotzin, su belleza y la alegría por su llegada en el Valle de Zaachila, fijan su nombre y destino, se llamará Donají, nombre sonoro y dulce que quiere decir «Alma Grande».
Todo es alegría por la llegada de un nuevo ser, sin embargo, un sacerdote de Mitla, descifra en el cielo el destino de aquella niña. El signo de la fatalidad estaba en el cielo cuando ella nació; Donají entregará su vida por amor a su patria.
Es la época de las batallas entre zapotecas y mixtecas por el control de la Verde Antequera. Bravíos guerreros dan muestra en el escenario de sus ágiles pasos por la defensa de su territorio.
Entre el público se encuentra, el presidente municipal de Oaxaca de Juárez, Javier Villacaña Jiménez, su esposa Verónica Quevedo Arango y la Diosa Centéotl 2016, Leticia María Reyes Salinas, quienes observan esta historia de amor y sacrificio.
El misticismo invadió cada espacio del auditorio, en la Rotonda de la Azucena, se desarrollaba una de esas incansables y encarnizadas batallas entre mixtecas y zapotecas, producto del enfrentamiento por la lucha del territorio. Un guerrero es herido, se trata del príncipe Nucano, heredero del poderío mixteco.
Donají, compasiva, lava sus heridas y le ofrece su cuidado e intercede para que sea liberado, sembrando en él un sentimiento de amor profundo que los llevará a lograr la paz entre sus pueblos.
Este sentimiento entre Nucano y Donají logra su cometido, mixtecas y zapotecas logran la paz, sin embargo, hubo una condición; Donají sería entregada y llevada a Monte Albán, y si por alguna razón el rey zapoteco no respetaba los tratados, la princesa sería sacrificada.
Durante días y noches, la tristeza de Donají aumentaba, su corazón le pedía defender el honor de su pueblo. Una noche en que los mixtecos dormían confiados, la princesa zapoteca piensa que es el momento de escapar y envía a una de sus damas a dar el recado de que era la ocasión propicia para tomar Monte Albán.
Los zapotecas llegan al lugar dándoles muerte a los guardias mixtecos sin poder defenderse. Una estela de luz atraviesa el escenario, se trata de la señal de que Donají sería rescatada. La princesa se disponía a huir, cuando los guardianes mixtecas la apresaron, para desahogar su ira cortaron de un solo tajo su cabeza, pintando de carmesí las aguas del Río Atoyac.
Finalmente mixtecas y zapotecas fueron pueblos hermanos.
Pasó el tiempo, un día, un pastor descubrió un hermoso lirio a la orilla del Atoyac, cuya frescura y brillo permaneció por muchos días. Se trataba de una señal del lugar donde yacía la mártir princesa, en cuya cabeza había enraizado un lirio.
Según la historia, los restos de Donají y su amado descansan en el antiguo convento de Cuilapam de Guerrero.
Su rostro, con el lirio emergiendo de su oído se convirtió en una imagen icónica que da identidad al Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez.
En un ambiente de fiesta y contagiados con esta historia de amor, que no se sabe si es mito o leyenda, miles de personas con nutridos aplausos agradecieron la organización del evento por el municipio de Oaxaca de Juárez e interpretado por el Ballet Folklórico de Oaxaca.