Pumas suplica porque se termine el torneo, parece rogar por no salir al terreno de juego porque cada vez que lo hace, es la misma historia: un auténtico desastre. Universidad perdió su décimo partido en el Apertura 2017, al caer goleado 3-0 ante Puebla en el Cuauhtémoc, con lo que cayó al último lugar de la clasificación por diferencia de goles negativa peor que la de Querétaro.
Han pasado tres técnicos y ni uno ha podido levantar a una institución que en los últimos meses es ejemplo de desesperación,pobre futbol, poca idea y sobre todo, una mística inexistente que tiene sin identidad a una escuadra universitaria que no importa dónde se pare; es, simplemente, una caricatura.
Si caer goleado frente a Puebla no es el colmo, el único as bajo la manga que tenía Universidad demostró que es una granada. Porque aunque diga que se quiere quedar en el equipo «hasta ser campeón», dentro de la cancha parece decir lo contrario. Nicolás Castillo, el goleador de Pumas, pero con físico de cristal y temperamento de cascarrabias, entró al campo en el segundo tiempo a ver si podía rescatar a los auriazules. Siete minutos después, perdió la cabeza, insultó al árbitro y vio la roja. Todo mal, todo podrido; nadie se salva.
La Franja no tuvo mayor problema para pulverizar a un conjunto visitante que se murió con muy poquito y de la Mano del Ojitos Meza encontró su mejor versión, no solo para el cierre del torneo, sino porque gracias a esta victoria, se alejaron a 12 unidades de Veracruz, último lugar de la porcentual.
Puebla arrasó, destruyó, se divirtió con su rival y consumó un enorme resultado en casa, gracias a los goles de Alonso Escoboza al 16’, otro de Paco Torres al 60’ luego de penal de Van Rankin sobre Amione y para cerrar, una gran jugada de Francisco Acuña al 70’, para consumar el 3-0 incontestable, contundente y lapidario sobre unos felinos que no saben ni qué es la honra.
Así, Universidad es nuevamente colero de la clasificación con 11 unidades y una diferencia de goles de -11, en tanto que Puebla llegó a 15 puntos y cerrará con dignidad el torneo, algo que en el Pedregal, con Rodrigo Ares de Parga, dejó de existir hace mucho tiempo.
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